martes, 26 de mayo de 2009

A llorar a otra parte

Llorando
de cara a la pared
se apaga la ciudad

Llorando
Y no hay más
muero quizas
Adonde estàs?

Soñando
de cara a la pared
se quema la ciudad

Soñando
sin respirar
te quiero amar
te quiero amar

Rezando
de cara a la pared
se hunde la ciudad



En la voz de Lhasa están alojados los sonidos del mundo. Siguió esa vocación de sus padres por recorrerlo todo y encarnó en su propio andar esa sed de tribalidad.
Porque si una característica en particular atravesó aquel matrimonio "cultural" (papá maestro, mamá fotógrafa) fue el no lugar, la errancia y ausencia de las fronteras que en Big Indian, un pueblito montañés de Nueva York, dieron luz a Lhasa, quien, a su vez, dejó engendrar en su voz este disco maravilloso: La Llorona (1997), la historia de un amor que no es un amor a secas, sino más bien un signo de venganza, seducción, revancha y tragedia.

De aquellos pedacitos de mitologías y folklore latinoamericano, una neoyorquina supo hacer una lírica.

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