Une fin d'après-midi au frais
Sous la tonnelle
Un air de jamais vu
La vie est belle
Les vagues et les rouleaux
Le vent dans les ombrelles
J'avoue, les pieds dans l'eau,
La vie est belle
Ainsi soit-elle
Un été sur la côte
Toujours l'un près de l'autre
Un air des années trente
Un été sur la côte
Un voilier, même un yacht,
La mer
Son onde lancinante
Un baiser sur le sable
Et l'amour indicible
Est certes périssable
Puisqu'il décide
D'oublier les orages
De rejouer la belle
Et même si c'est dommage
Ainsi soit-elle
La ville est belle
Un été sur la côte
Toujours l'un près de l'autre
Un air des années trente
Un été sur la côte
Un voilier, même un yacht,
La mer
Son onde lancinante
Benjamin Biolay, síndrome de sofisticación y romanticismo, puros, escondidos en su voz masculina y sensual. Trae aquellos recuerdos encajonados de los mejores años de la chanson française a través de este álbum lleno de nostalgias kennedianas. Porque, si no fuese por Rose Kennedy, en ningún otro album se hubiesen fusionado tan perfectamente las sutilezas ideológicas como los ambientes recreados a través de la voz de Biolay.
Nada de singles, solo una sencilla confluencia de trece canciones que envuelven a quien las escucha en una atmósfera de melancolía y romanticismo.
Un disco, en definitiva, que se disfruta imaginando mirar el Sena desde Pont Neuf bajo el spleen parisino, y, por qué no, bajo el calor del sol de invierno en algún cafetín de Recoleta.
Nada de singles, solo una sencilla confluencia de trece canciones que envuelven a quien las escucha en una atmósfera de melancolía y romanticismo.
Un disco, en definitiva, que se disfruta imaginando mirar el Sena desde Pont Neuf bajo el spleen parisino, y, por qué no, bajo el calor del sol de invierno en algún cafetín de Recoleta.
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