lunes, 25 de mayo de 2009

Antonioni : ojos que no ven, ojos que sienten





A simple vista, la disposición en diagonal de las modelos en combinación con las líneas del estudio, el piso, las paredes y el techo, blancos, inmaculados, aportan a la toma un fuerte sentido de profundidad. Sin embargo, la verdadera gracia de Antonioni en este film es exponer el artificio de esa profundidad como un acto de "encuadre", es decir, busca dar cuenta todo el tiempo de los actos subjetivos del hombre, la mirada, el punto de vista, la cámara, la fotografía y, en definitiva, el cine.
Particularmente esta escena revela la perspectiva forzada del espacio, en la cual, los paneles de vidrio, que separan a las modelos, exponen la sensación de profundidad -del espectador- como una sencilla discontinuidad de una serie planos "chatos", por así decirlo, pura ilusión óptica.
Es, entonces, cuando uno cae en la cuenta de que el acto del encuadre de Thomas (el protagonista) tiene una doble lectura. Por un lado, encuadra una toma de las modelos a través del objetivo de su cámara, pero si nos abstraemos mentalmente de esta figura por un momento, parece ser como si el punto de vista estuviera puesto justo donde Thomas coloca su ojo: vemos lo que él ve y, a la vez, lo que nos pretende mostrar en una sensacion de dualidad entre la escena "objetiva" y el punto de vista subjetivo de Thomas intermediado por la cámara fotográfica.

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