viernes, 17 de junio de 2011









Cuando el catedrático doctor Lastra tomó la palabra, ésta le zampó un mordisco de los que te dejan la mano hecha moco. Al igual que más de cuatro, el doctor Lastra no sabía que para tomar la palabra hay que estar bien seguro de sujetarla por la piel del pescuezo, si por ejemplo, se trata de la palabra OLA, pero que a QUEJA hay que tomarla por las patas, mientras que ASA exige pasar delicadamente los dedos por debajo como cuando se blande una tostada antes de untarle manteca con vivaz ajetreo.
¿Qué diremos de AJETREO? Que se requieren las dos manos, una por arriba y otra por debajo, como quien sostiene un bebé de pocos días a fin de evitar las vehemente sacudidas a que ambos son proclives. ¿Y PROCLIVE, ya que estamos? Se la agarra por arriba como un rabanito, pero con todos los dedos porque es pesadísima. ¿Y PESADÍSIMA?
De abajo, como quien empuña una matraca. ¿Y MATRACA? Por arriba como una balanza de feria. Yo creo que ahora usted puede seguir adelante Dr. Lastra.
Julio Cortázar