domingo, 31 de mayo de 2009

Eté sur la Côte




Une fin d'après-midi au frais
Sous la tonnelle
Un air de jamais vu
La vie est belle
Les vagues et les rouleaux
Le vent dans les ombrelles
J'avoue, les pieds dans l'eau,
La vie est belle
Ainsi soit-elle

Un été sur la côte
Toujours l'un près de l'autre
Un air des années trente
Un été sur la côte
Un voilier, même un yacht,
La mer
Son onde lancinante

Un baiser sur le sable
Et l'amour indicible
Est certes périssable
Puisqu'il décide
D'oublier les orages
De rejouer la belle
Et même si c'est dommage
Ainsi soit-elle
La ville est belle

Un été sur la côte
Toujours l'un près de l'autre
Un air des années trente
Un été sur la côte
Un voilier, même un yacht,
La mer
Son onde lancinante


Benjamin Biolay, síndrome de sofisticación y romanticismo, puros, escondidos en su voz masculina y sensual. Trae aquellos recuerdos encajonados de los mejores años de la chanson française a través de este álbum lleno de nostalgias kennedianas. Porque, si no fuese por Rose Kennedy, en ningún otro album se hubiesen fusionado tan perfectamente las sutilezas ideológicas como los ambientes recreados a través de la voz de Biolay.
Nada de singles, solo una sencilla confluencia de trece canciones que envuelven a quien las escucha en una atmósfera de melancolía y romanticismo.
Un disco, en definitiva, que se disfruta imaginando mirar el Sena desde Pont Neuf bajo el spleen parisino, y, por qué no, bajo el calor del sol de invierno en algún cafetín de Recoleta.

martes, 26 de mayo de 2009

A llorar a otra parte

Llorando
de cara a la pared
se apaga la ciudad

Llorando
Y no hay más
muero quizas
Adonde estàs?

Soñando
de cara a la pared
se quema la ciudad

Soñando
sin respirar
te quiero amar
te quiero amar

Rezando
de cara a la pared
se hunde la ciudad



En la voz de Lhasa están alojados los sonidos del mundo. Siguió esa vocación de sus padres por recorrerlo todo y encarnó en su propio andar esa sed de tribalidad.
Porque si una característica en particular atravesó aquel matrimonio "cultural" (papá maestro, mamá fotógrafa) fue el no lugar, la errancia y ausencia de las fronteras que en Big Indian, un pueblito montañés de Nueva York, dieron luz a Lhasa, quien, a su vez, dejó engendrar en su voz este disco maravilloso: La Llorona (1997), la historia de un amor que no es un amor a secas, sino más bien un signo de venganza, seducción, revancha y tragedia.

De aquellos pedacitos de mitologías y folklore latinoamericano, una neoyorquina supo hacer una lírica.

lunes, 25 de mayo de 2009

Basta! Apagá la luz que es tarde! Yo siempre tengo todas las luces prendidas. Estás gastando energía! Más que gastando, la estás disipando. Son de bajo consumo, de esas que están carísimas! Pero disipan igual. No, no disipan!... Disipan dudas no mas. Toda lamparita disipa energía en alguna forma. La duda es una forma de disipación, fijate que cuando tenes una duda estas gastando energía en develar su misterio. Pero, develar misterios es energia bien implementada, casi te diría que estamos aquí para eso. No importa si está bien o mal implementada, es un gasto igual. Y... todo es un gasto, todo es energía. Fijate que cuando te bañás o cuando te tirás a la pileta es un manera de gastar agua, positiva por cierto. Exacto! qué seria de nosotros sin energia! No seriamos...Y, no.... Hemos descubierto el Ser! Lo vamos descubriendo, descubrirlo en su totalidad es una empresa compleja. Ah.. che, yo ya me veia como Newton con su manzana, está bueno cuando te pasa que de pronto estas haciendo algo tonto y descubrís algo muy importante por mera casualidad. Si, hace tiempo q no me pasa eso, son esos milagritos cotidianos, solo suceden cuando uno no les da importancia (moría por usar esa frase! Es un milagrito???).
Milagrito, lindo nombre. No, no me gusta ese nombre, es un poco mediocre llamarse Milagros, es como decir: "uhh fue por gracia divina, no mía...."; le quita todo el mérito al que lo lleva como nombre y al que se lo puso. Ademas me suena a nombre de víctima, como Soledad. Osea, esta bueno como sustantivo para nombrar un suceso o un circunstancial de modo en ese caso, pero no como nombre de persona ni de animal! Tampoco me gustan los nombres que designan cualidades, como Morena por ejemplo, ni los nombres indígenas; es feo tener un nombre del cual no estás seguro de su significado. Quizás, los nombres antiguos o árabes que son bíblicos y están indicados en algun diccionario significan algo en particular entonces uno puede ir a una enciclopedia y buscarlos y dar fe de que eso es así. En cambio, los nombres indígenas son mas de un boca en boca, es todo un tema el de los nombres. Pueden llegar a ser casi un condena para quien los lleva. Si, es un fiasco eso de los nombres, además, ¿por qué justo a lo mas básico de tu identidad te lo termina eligiendo otro? Deberia haber un sistema de números mientras queuno es chico y, después, cuando se va tomando conciencia acerca del mundo cada cual se pone el nombre que le gusta, o la palabra que más le gusta hacer o que le hagan sonar. Sería lo más justo, a pesar de que lo de los números me da escalofríos. Bueno, igual, si vos queres te podes hacer llamar como quieras, sin ir más lejos vos lo hacés. Si, pero te consta en el documento que te llamás de otra manera. Igual, a mi D. me gusta, me caracteriza bastante, el que no me gusta es el otro, pero porque tengo una historia personal con las Giselas, no me caen bien. Y, admitir eso me cuesta decir que yo no me caigo bien a mi misma, cosa que no es cierta, lo cual sería un problema, y seguro vendría alguno diciendo "aahh ellaaaa.... que viva... se excluye....".


Che, creo que esta conversación da para un buen post en el Limbo... como algun mensaje de texto que alguna vez recibí.

Antonioni : ojos que no ven, ojos que sienten





A simple vista, la disposición en diagonal de las modelos en combinación con las líneas del estudio, el piso, las paredes y el techo, blancos, inmaculados, aportan a la toma un fuerte sentido de profundidad. Sin embargo, la verdadera gracia de Antonioni en este film es exponer el artificio de esa profundidad como un acto de "encuadre", es decir, busca dar cuenta todo el tiempo de los actos subjetivos del hombre, la mirada, el punto de vista, la cámara, la fotografía y, en definitiva, el cine.
Particularmente esta escena revela la perspectiva forzada del espacio, en la cual, los paneles de vidrio, que separan a las modelos, exponen la sensación de profundidad -del espectador- como una sencilla discontinuidad de una serie planos "chatos", por así decirlo, pura ilusión óptica.
Es, entonces, cuando uno cae en la cuenta de que el acto del encuadre de Thomas (el protagonista) tiene una doble lectura. Por un lado, encuadra una toma de las modelos a través del objetivo de su cámara, pero si nos abstraemos mentalmente de esta figura por un momento, parece ser como si el punto de vista estuviera puesto justo donde Thomas coloca su ojo: vemos lo que él ve y, a la vez, lo que nos pretende mostrar en una sensacion de dualidad entre la escena "objetiva" y el punto de vista subjetivo de Thomas intermediado por la cámara fotográfica.

Las sutilezas a veces alcanzan efectos inesperados



La personificación del deseo, que toca para bien o para mal, en un sentimiento de culpa, o la incapacidad de hacerle frente al esa energía que les nace desde el centro, los hace huir; pero a la vez, subyace una ley suprema que gobierna sus pensamientos y los hace querer aprehenderlo. Una fotografía, una pintura en azul, una repetibilidad, un vacío, una santidad.

Los personajes de Pasolini tienen una necesidad de naturaleza, de ser carne y cuerpo, sin psiquis. De liberar sus pasos desnudos en el pasto verde, o dejar las entrepiernas abiertas para recibir caricias del sol.

domingo, 24 de mayo de 2009

THE LANGOLIERS



Hacía mucho que no navegaba entre los canales de cable, principalmente porque las últimas veces que osé hacerlo terminé indignada y por demás decepcionada por la chata programación de cine que existe en la mayoría de los canales salvando I-Sat. Pero, esta noche, dadas las inclemencias climáticas, decidí darle un voto de confianza a una película que recién arrancaba en Hallmark.
Se trata de The Langoliers, una película rodada a medidados de los '90, del estilo "cine para tv" u "original movies" y con aires de clase B, no por el presupuesto en sí, sino mas bien por su planteamiento estético a medio camino entre la ciencia ficción con escasos FX pero con una historia misteriosamente retorcida que te atrapa desde el minuto 1.
Básicamente trata de un avión de la compañia "American Proud" -Orgullo Americano (¿?)- que, durante el vuelo, experimenta un suceso muy extraño: la desaparición de gran parte de su tripulación, salvo 4 ó 5 personas que "justo" estaban durmiendo y ¡oh casualidad! también son los que tienen sus muertos en el placard que los llevan a ser los protagonistas de los restantes 179minutos de la historia; la cual, tiene un constante e ilusorio clima de no cunda el pánico en medio de una pseudodimensión paralela en la que solamente arriba del avión se encontrarán a salvo de aquello que los acecha: un extraño ruido proveniente de una colina, y un loco, que trae consigo un transtorno de la infancia que se encuentra fuertemente relacionado con las inclemencias de ese tiempo del cual son víctimas, el presente.
Después de todo, resulta ser una interesante película basada en un relato de Stephen King titulado "Las cuatro después de media noche" ya que logra que uno se quede pegado al sillón intentando develar el misterio hasta el último segundo de la película.


Os Recomiendo.... sólo para las noches aburridas de lluvia, y con alguna compañia al lado que se prenda para debatir acerca de las posibles hipótesis de resolución del problema que aqueja a los protagonistas, como por ejemplo una madre copada o la amiga de alguna hermana. Interactiva.


***3 Lolitas ***

sábado, 23 de mayo de 2009




Siendo las tres de la tarde de un viernes, amenazaba con no llover, o mejor dicho, con llover un cielo lleno de estrellas.

Tomó el último sorbo de mate viejo y levantó el termo hasta verse reflejado en el lateral haciendo un ademán para chequear si aún quedaba agua. En realidad, no era un termo, sino una cantimplora de metal con tapa, de esas que se llevan de campamento. En su sección lateral, entonces, advirtió una mirada extraviada que lejanamente le preguntó: ¿Quién mira a quién?. Ahora ese termo encerraba la imagen de una mole. Una mole construida a sus espaldas: una construcción antigua, devenida en un falso templo del saber, ocupaba la ventana del reflejo dejando un breve espacio al cielo que amenazaba con no llover.
Y una imagen atrae a la otra … Y así un fulano lo saludaba desde una de las terracitas del "edificio que parece una catedral". Se estaba despidiendo para después vaciarse en el abismo, lanzándose hacia el césped mal cortado y huyendo de la mirada avispada del guardaparques. Y en la caída, palomas y ladrillos lo saludaban (al que caía).
Pero el verde no dejó sus huellas y en un instante (el que caía) se desvaneció para renacer asomado al balcón. Al balcón de la terracita del que miraba (no del que caía, que a esa altura ya no caía). A la terracita del que miraba en el fondo de la cantimplora devenida en termo. A la terracita del que miraba y al que miraban (como a esas cosas que nunca se alcanzan). Y mientras (el que ya no caía) lo miraba, sintió un sabor frío/amargo (el que miraba). Quizá por el amargor de la yerba. Quizá por el metal de la bombilla rozando los labios. Quizá por el terror a su teatro privado. Terror a sacar sus ojos de allí, darse vuelta y aceptar que todo había sido una mentira (o no).

Y terminó, ahora sí, el último fragmento de su mate que para entonces ya helaba.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Mina abre los ojitos y la boca bien grandes mostrando los colmillos y enrollando la lengua mientras bosteza y estira sus patitas delanteras. Y cuando uno la observa se da cuenta por el tuntunear de su cola que le resulta sumamente placentero.
Varias veces a la semana intento hacer lo mismo que Mina, pero no me resulta tan sencillo y natural como comer una mandarina con la luz del invierno acariciandote la mejilla derecha. Pero la sensación de liviandad te recorre todo el cuerpo y te induce a bostezar cual si uno tuviese un buen par de colmillos y una lengüita para enrollar.